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miércoles, 2 de septiembre de 2015

Podemos. Crónica de un fracaso anunciado

 



Desgraciadamente, se va a perder una de las mejores oportunidades que la ciudadanía ha tenido en las últimas décadas para mejorar eso que llamamos “Estado” y que, desde hace un par de décadas, y de manera clandestina, está siendo transformado en un circo: fiesta y distracción para los más, y un botín irrenunciable para los menos. Y que me perdone el mundo circense por asimilarles a los ladrones psicópatas que nos están engañando para robarnos todo lo que pueden, y que quieren seguir robándonos más. Más todavía…
Podemos asomó por sorpresa y, de manera inmediata, se convirtió en el esperado Mesías, el salvador de la ciudadanía, el campeón de la justicia, el látigo de los malos. Cuando todo parecía perdido apareció la llama de la esperanza en forma de un discurso que hablaba alto y claro, denunciaba el saqueo al estado, y proyectaba la esperanza de un estado por y para los ciudadanos.
El statu quo, confiado, no sólo tardó en reaccionar sino que lo hizo –y todavía lo hace- rematadamente mal. El argumentario sigue siendo torpe, y los voceros que pone en primera línea en los medios de comunicación se muestran igualmente torpes e incapaces en sus intervenciones. El statu quo fue cogido por sorpresa, no se esperaba semejante apoyo popular a los indeseables antisistema nacidos el 15-M. Y no están preparados ni para combatir los argumentos sólidos de Podemos, ni para defender los desmanes de su avaricia.
Tras su irrupción en el sorprendido mundo político, Podemos inicia un “rally alcista” que los malos no solamente son incapaces de parar sino que, sorprendentemente, todos los intentos en esa dirección no hacen sino alimentar a la bestia.
Y, sin embargo, unos pocos meses más tarde, el globo parece deshincharse.
Pero no por los aciertos de los malos, sino por los errores y las limitaciones de los líderes de esta rebelión ciudadana.
La realidad es que los protagonistas de Podemos está siendo incapaces de conectar con los votantes naturales que deberían llevarles a los cielos, y las encuestas no hacen sino confirmar su descenso hacia el desgraciado anonimato.
Y dada la trascendencia que va a tener para esta formación política -y para la ciudadanía- las consecuencias de esa incapacidad para aprovechar su momento, la que va a ser su primera y única oportunidad para hacer algo “por la patria”, queremos hacer un breve análisis de los motivos o, mejor dicho, de los errores que han cometido y se siguen cometiendo desde esa formación:
 
1.   No son capaces de superar la etapa “crítica”.
Cuando Podemos irrumpe lo hace con una crítica dirigida a la clase política, “la casta”. El discurso es brillante, los argumentos incontestables, y la aceptación del discurso entre la ciudadanía descontenta es general.
Podemos “arrasa”.
Sin embargo, meses más tarde el discurso no cambia, y las críticas a la clase política cansan por recurrentes (no por injustas, inconvenientes, o poco convincentes).
Y es que para gobernar hay que hacer propuestas. No se gobierna desde la crítica, sino desde la inteligencia, la creatividad y el coraje.
Al menos, eso es lo que se espera -o esperaba- de Podemos.
Una vez completada “la fase crítica”, su presentación en sociedad, se esperaba el comienzo de “la etapa de la construcción”, en la que Podemos debía dar la gran lección magistral de buen gobierno: de enfrentamiento inteligente a la avariciosa élite económica, de presentación de propuestas innovadoras capaces de transformar la sociedad española, de otorgar –por primera vez en la historia- el poder a la ciudadanía, de hacer partícipe al ciudadano en las decisiones del estado, y de desarrollar el país de manera inteligente. Se esperaba, en resumen, las propuestas de Podemos para crear una sociedad modélica en el panorama internacional (bueno… a ver… todo esto si se lo permitieran, claro, y mucho me temo que los malos no estarían por la labor; para los incrédulos, véase los casos cubano, chileno, venezolano, boliviano, ecuatoriano, etc., etc., etc.).
Pero Podemos “se quema” con las críticas, y las propuestas son escasas, confusas y, en ocasiones, contradictorias. Podemos no se esfuerza por presentar y defender sus propuestas. ¿Es que acaso no las tiene?  ¿Es Podemos una opción seria y real de gobierno?
Ellos siguen con la crítica a la actual clase política, no remontan, y no parece ser su estrategia el mostrarse como potenciales gobernantes sólidos.
¿No es increíble semejante torpeza?
Y así comienza la desconfianza de los ciudadanos hacia la capacidad de gobierno de Podemos, y su consecuente caída en las encuestas que miden la intención de voto ciudadana en las próximas elecciones generales.
Y es que una cosa es criticar desde las aulas, y otra bien distinta es sentarse en La Moncloa.
 
 
2.   Tienen serios problemas de comunicación
 
¿Sorprende esta afirmación? (referida a los supuestos campeones de la comunicación).
No debería. Porque una cosa es el mejor o peor manejo de las técnicas y herramientas para acceder a las denominadas “redes sociales”, y otra cosa bien distinta es el contenido del mensaje.
Al principio todo fue bien, y el mensaje -las críticas- llegaba y calaba en el ciudadano.
Pero hay cosas que no van bien y surge la duda de que, incluso, las estén contemplando: 
-          ¿Acaso todos sus potenciales votantes están involucrados en las redes sociales? ¿O es que sólo pretenden el voto de las nuevas generaciones? ¿Quieren así acceder a La Moncloa?
-          Sus manifestaciones son, con frecuencia, contundentes y argumentadas; pero también dejan un poso de prepotencia (lógico y normal, porque su grado de preparación es muy superior al de la gran mayoría de sus oponentes) que se rechaza y aleja a muchos potenciales votantes.
-         Pablo Iglesias sigue empeñado en aparecer “chistoso” en sus comparecencias públicas, pero él no es Monedero. Él es Pablo, y entre sus virtudes no está la gracia. Ni falta que le hace.
-          Pablo sigue frunciendo el ceño, chasqueando la lengua, empeñado en sus recurrentes críticas, utilizando el mismo tono irónico, y manteniendo las distancias intelectuales.
-          Son un círculo autosuficiente, cerrado, e inasequible. Al menos eso es lo que transmiten. Son un grupo de amigos que, fundamentalmente, se conocieron en el entorno universitario, y que se saben capaces. Y ese grupo parece que “se reserva el derecho de admisión”.
Pablo, Juan Carlos, Iñigo, Carolina, el otro Pablo, Rafa, Miguel, Teresa… y poco más. Son un grupo compacto, pero también impermeable.
¿Y la participación de los demás? ¿O es que esa participación es sólo “cuando toca”?
¡Ah!, ¿Qué eso no es así? Bueno, en el mejor de los casos, no se trata de lo que es, sino de lo que parece.
 
3.   Son una élite intelectual
Se muestran como un selecto grupo de intelectuales que llevan muy a gala su calidad de docentes en la universidad.
Todo indica que Podemos conecta perfectamente con “la intelectualidad”, pero no con quien debería ser su “target”, el que le ha de llevar a gobernar España: el ciudadano de a pie. El mensaje de Podemos, el argumentario, no es fácil de asimilar por personas que no posean una formación y una capacidad de reflexión mínima, lo que no deja claro si están identificando correctamente a sus potenciales votantes.
Y, sin embargo, la torpe y cutre argumentación de “la casta” parece que sí conecta con la ciudadanía y, por incomprensible que parezca, suben en intención de voto. Todo indica que la genial idea “Hacemos lo que tenemos que hacer” arrasa en las entendederas de la ciudadanía, y este pequeño detalle se le está escapando a Podemos, que no es capaz de ver e interpretar este absurdo –pero real- fenómeno.
Mientras Podemos no conecte con el ciudadano sencillo, no tendrá la más mínima opción.
 
 
4.   El asunto IU

Por más que la historia de IU y sus mediocres resultados históricos (a lo que hay que sumar el preocupante resultado obtenido, al contrario que Podemos, en las últimas elecciones europeas) legitime la estrategia de Podemos con respecto a IU, la actitud mostrada hacia la izquierda tradicional no ha sido ni generosa, ni justa, ni adecuada. La prepotencia mostrada por Pablo Iglesias y por Podemos en general en una no-existente negociación con esta formación política, le pasará factura a Podemos tarde o temprano.
Ni IU ni Alberto Garzón se merecían semejante desplante.
Y está por ver (o quizás, desgraciadamente, ya se esté viendo…) que la estrategia seguida por Podemos haya sido la adecuada.
Es imposible luchar con una derecha unida desde una izquierda fragmentada, cuando no enfrentada.
Independientemente de que IU obtenga lo que ha cultivado durante los años de su existencia, su honestidad no merece el tratamiento que le ha deparado Podemos, quien ha perdido una magnífica oportunidad de unir a una gran parte de izquierda, y poder asediar la supuesta “izquierdidad” del PSOE.
Y si la estrategia de Podemos es esperar la caída de IU como fruta madura, es mejor que se siente a esperar y no descarte que en un futuro no muy lejano IU le ponga el intermitente y le pase por la izquierda.
Pero esto no está en los cálculos de Podemos. ¿A que no?
 
5.   El funcionamiento interno de Podemos
Podemos es un movimiento asambleísta y participativo.
Suena bien.
Pero… ¿cuál es la realidad de esta forma de funcionamiento?
No quiero entrar en la dificultad o imposibilidad de construir algo entre muchos.
La idea de que entre miles de personas se redacta un texto suena a música celestial.
El hecho es que el grupo que actualmente lidera Podemos ha recibido severas críticas internas por una supuesta falta de funcionamiento democrático.
Tampoco quiero entrar en qué es el “funcionamiento democrático”, pero la credibilidad del actual funcionamiento interno de Podemos es, cuanto menos, cuestionable.
Posiblemente, los  procedimientos de trabajo de los partidos tradicionales sean muy mejorables, pero no consigo ver una infraestructura política cohesionada y consistente a través del funcionamiento independiente de los círculos de Podemos. Se fundamenta en la buena voluntad, en eso que no se cansan de llamar –y ya aburre un poquito- “el ADN de Podemos”. Y eso -lo siento, señores- no es garantía de nada.
Si esto no cambia, no habrá un Podemos, sino cientos de Podemos.
Y en las próximas elecciones municipales, la cúpula de Podemos seguirá sin atreverse a presentarse a dichos comicios porque ni ellos mismos creen en la coherencia de su “infraestructura”.
¿Por qué, si no, han descartado presentarse en las últimas elecciones municipales?
¿Quién se atreve a confiar en la coherencia de una candidatura de un círculo de Podemos en cualquier rincón de España, en total desconexión jerárquica, ni siquiera informativa, con la cúpula del partido?
Es posible que Podemos no tenga la necesidad de defenderse, al contrario que otros partidos, de un supuesto nepotismo institucional, pero no parecen estar a salvo del asalto, en cada uno de sus círculos, por parte de buscavidas que ven en la política una buena manera de lucrarse. Y lo saben.
En 2015 decidieron meter la cabeza debajo del ala y decidieron renunciar a presentarse a las elecciones municipales con la “marca Podemos”.
Ellos mismos renunciaron y dieron instrucciones a los círculos para que no se presentaran a los comicios con la marca Podemos.
Pero la argumentación para tal decisión no encaraba el problema de la independencia de los círculos y su imposible confiabilidad para presentarse con la etiqueta Podemos.
Y mientras esto no se encare, será imposible que Podemos presente las actuales 8.122 posibles candidaturas, una por cada municipio existente en este país, con un mínimo de garantía.
Dado que Podemos se constituyó unos pocos meses antes de esos comicios, se aceptó –a regañadientes- que no se presentarían en las últimas elecciones pero… ¿qué van a hacer en las próximas dentro de cuatro años?
Una nueva renuncia a presentarse a las elecciones probablemente significaría el fin de Podemos como opción política real.
Pero… ¿es posible/factible confiar en que las 8.122 candidaturas, supuestamente independientes, sean respaldadas por la marca Podemos y se comporten como tal?
De momento la dirección –ya no sé cómo llamarla- de Podemos no está encarando este asunto que, tarde o temprano, tendrán que abordar.
La independencia de los círculos y la ausencia de dependencia jerárquica con una especie de comité central ejecutivo suena bien, pero está por ver si eso es una opción real.
Lo que no es aceptable, en ningún caso, es una nueva renuncia de “la marca Podemos” a las próximas elecciones municipales.
 
6.   El incomprensible “escaparate” madrileño
Este asunto es el que me resulta más incomprensible de todos, en el que han demostrado, si no ceguera política, sí al menos una miopía que genera enormes dudas en cuanto a sus capacidades de gobierno y de lidiar con problemas complejos y que, a mi juicio, es una de las principales razones del descenso de Podemos en la intención de voto entre la ciudadanía.
El caso es que una vez obtenido un magnífico resultado en las elecciones municipales, y que una negociación con el PSOE les otorga el gobierno del Ayuntamiento de Madrid, a meses vista de las elecciones generales, y ante la fabulosa oportunidad de configurar el gobierno del municipio madrileño (que no es cualquier municipio) y mostrar y hacer un alarde ante los electores de las capacidades reales de gobierno de Podemos (inciertas para algunos, dudosas para otros), teniendo la oportunidad de demostrar que tienen una plantilla poderosa capaz de jugar en primera división... de manera incomprensible… configuran un gobierno en el que alguno de sus miembros son, cuanto menos, cuestionables, con escasa –o nula en muchos casos- experiencia en la gestión de nada, y algunos de ellos “sospechosos” de un pasado okupa.
No es que ser okupa sea algo necesariamente malo, ni que ser inexperto invalida a las personas. No, no es eso.
Es que estamos hablando de Política (con mayúsculas) y de expectativas, tanto ciudadanas como institucionales, y a estas alturas Podemos ya debería saber que juega con hándicap, que va a ser investigado con lupa, y que no puede cometer errores. No es por cuestionar la valía de esas personas sino que, al menos, debería evitar cualquier atisbo de duda y la correspondiente y segura crítica de las acechantes e indignas plumas de los medios de des-información, siempre al servicio del statu quo.
El caso es que la configuración de ese gobierno ha generado una enorme desconfianza entre el electorado en cuanto a la decisión de otorgar a Podemos la confianza de gobernar este país.
La estrategia de Podemos en esta cuestión no sólo resulta incomprensible, sino que deja un poso de inexperiencia – ¿o de provocación?- que obliga a reflexionar al más acérrimo y ferviente creyente.
¿Todavía no se han enterado de a qué están jugando?
¿Acaso creen que están representando una teleserie?
 
A modo de resumen, Podemos está cometiendo demasiados errores, algunos de ellos básicos, y la principal consecuencia es la desconfianza de la ciudadanía y la más que probable pérdida de la que va a ser su primera y única oportunidad de hacer algo grande.
Si no lo consiguen en Noviembre en las próximas elecciones generales, ya no habrá más oportunidades.

Y deberían reflexionar en muchos aspectos, pero entre todos ellos destaca uno: el estúpido y simplón eslogan “Hacemos lo que tenemos que hacer” del muy mediocre Mariano les está machacando, y eso merece una reflexión y una autocrítica muy importante.

 

abap

 

lunes, 1 de diciembre de 2014

La izquierda y la derecha se tocan por sus extremos


El pasado fin de semana, 29 y 30 de Noviembre de 2014, se celebró en Lyon el congreso en el que el ultraderechista Frente Nacional respalda el liderazgo de su presidenta, Marine Le Pen.

El imparable ascenso de esta formación se ha visto favorecido por la decepción que ha supuesto la gestión socialista de Hollande al frente de la presidencia de la república. Si a esto le añadimos el débil regreso de Sarkosy a la presidencia del UMP, todo hace predecir una victoria del Frente Nacional en las elecciones presidenciales que se celebrarán en 2017.

Hollande ni está ni se le espera, y otro tanto ocurre con Sarkosy, al que se cuestiona la oportunidad de su regreso.

A su vez, en España ocurre algo parecido. Al fracaso de la gestión económica y social del Partido Popular desde que ganó las elecciones generales de 2011, hay que sumar el desconcierto en las filas socialistas que a última hora intentan corregir con el lanzamiento de su nuevo producto, Pedro Sánchez, hombre carismático que aspira a convertirse en el líder de la izquierda para los próximos años, en un intento de salvar las próximas elecciones generales que se celebrarán -salvo un poco probable adelanto- el próximo año 2015. Y en este desconcierto generalizado emerge, de manera sorprendente, una formación política con corazón de izquierdas y maneras inéditas en el panorama, me atrevería a decir, internacional: “Podemos”.

La nueva formación política Podemos se mantiene en todas las encuestas, desde su creación, en una línea ascendente que apunta a la victoria en las próximas elecciones generales de 2015.

Hay muchas diferencias entre la formación francesa y la española. Mientras que en el primer caso, el partido francés en ascenso emerge por la ultraderecha, en el caso español lo hace por el otro lado, por una izquierda que, sino extrema, es al menos alejada de los postulados sustentados por la supuesta formación de izquierdas actual, el autodenominado “Partido Socialista Obrero Español”. Los corazones, el sentir, y los postulados fundamentales de las formaciones francesa y española son diametralmente opuestos.

Y, sin embargo, de manera sorprendente, el discurso de ambas formaciones es de una analogía sorprendente:

·      Ambos cargan contra los gobiernos en el poder, a los que acusan de dar la espalda a la ciudadanía.

·      Ambos invocan a la soberanía nacional, en detrimento de la venta de esta, en forma de saldo, al gran capital internacional.

·      Ambas formaciones denuncian una Europa sospechosamente mal diseñada y en manos de la oligarquía económica internacional, una Europa que cuestionan en un intento de reconversión hacia un proyecto auténticamente europeísta y ciudadano.

·      Ambas formaciones dicen pretender la devolución de la soberanía a los ciudadanos.

·      Los analistas políticos de ambos lados de los Pirineos coinciden en que las dos formaciones están siendo aupadas tanto por un discurso inteligente que conecta con las preocupaciones reales de los ciudadanos, como por la decepción que están suponiendo los actuales gobiernos de los dos países, a los que ambos partidos acusan de gobernar para las multinacionales a costa de la penuria de los ciudadanos.

Lo único que les diferencia, fundamentalmente, es el tratamiento de la inmigración, en el que el partido francés mantiene, a diferencia de Podemos, unas posiciones contenidamente xenófobas.

Por otra parte, los analistas políticos oficialistas dicen que el bipartidismo está en crisis, y sin embargo todo apunta a que la realidad es otra.

Los abusos y los excesos cometidos por lo que se ha dado en llamar “los mercados financieros” (una nueva burla hacia la ciudadanía por parte de “el capital” de toda la vida), comprando las voluntades de los partidos políticos “ganadores”, han estimulado la conciencia ciudadana hasta la comprensión de la manipulación de la realidad por parte del capital internacional, y el peligro de una neo-esclavitud dictada por estos y vilmente ejecutada por los partidos oficialistas, formaciones verdaderamente antisistema, en una clara y flagrante traición.

La ciudadanía se está rebelando y dando la espalda a los partidos oficialistas, los políticos del engaño, totalmente desconectados del sentir ciudadano en un discurso lleno de promesas que ya suenan huecas y faltas de contenido, que cada vez convencen a menos.

A su vez, los ciudadanos vuelven la mirada a aquellos que denuncian lo que son sus grandes preocupaciones: la decadente economía, el desempleo, la soberanía, y el innecesario y flagrante desmantelamiento del estado del bienestar.

Y todo esto con independencia de la tendencia por donde asoma la solución, bien sea por la izquierda en el caso español, como por la derecha en el caso francés.
No importa por donde vengan.

Y mientras tanto los partidos del engaño, en un intento ciego, absurdo y poco inteligente, en un intento desesperado de mantener su estatu quo, tildan de “populistas” a aquellos que conectan con las preocupaciones de los ciudadanos, y les acusan de “decir lo que el ciudadano quiere oír”, en lugar de hacer un análisis inteligente de las causas de su agonía.

Pero claro, ese análisis les declararía culpables, y su escasa talla política y su menor talla estadista, hace que su actitud se vuelva tan patética como suicida.

¡Bien!
La ciudadanía está de enhorabuena. La mediocridad necesaria para la manipulación de los actuales dirigentes políticos juega a favor del ciudadano: son incapaces, absolutamente incapaces. Tanto para gobernarnos, como para salvarse.

La esperanza está servida.


abap

(#niPPniPSOE)
 

viernes, 23 de mayo de 2014

La agonía de los partidos oficialistas


A un par de días de las elecciones europeas, los partidos que durante los últimos años han estado recibiendo la gran mayoría de los votos de los ciudadanos están al borde de la quiebra en favor de los partidos que alzan su voz contra la actual realidad socio-económica y, especialmente, los partidos antieuropeos, los “euroescépticos”. Y en este grupo de partidos encontramos un amplio espectro de signos políticos, desde la ultraderecha a los liberales.
Partidos como los franceses Frente Nacional, los británicos UKIP, los holandeses Partido por la libertad, o los austríacos FPÖ, están ganando posiciones de manera dramática en las encuestas de intención de voto, cuando no se sitúan al frente de las mismas.
Y hay ejemplos semejantes en otros países europeos como Hungría, Grecia, Suecia, Dinamarca, Finlandia, Eslovaquia, Bélgica, Italia, Rumanía y Bulgaria.
Su ideología es diversa: unos son ultraderechistas, otros son antisemitas, homófobos, islamófobos, y otros son, simplemente, liberales. Pero lo que es indudable es que todos ellos están ascendiendo en intención de voto en estos comicios europeos.
Pronto veremos el resultado final de los comicios pero, ocurra lo que ocurra, no se pueden pasar por alto estos hechos, y se debería hacer una reflexión profunda acerca de las causas que están produciendo este movimiento, más o menos radical según los casos, en prácticamente toda Europa.
Los motivos por los que esto se está produciendo ya los hemos avanzado en el post anterior cuando hablábamos del Frente Nacional francés, pero conviene repasarlos y profundizar algo más en ellos.
En primer lugar, a estas alturas ya debería ser claro para todos que los ciudadanos europeos no sólo están insatisfechos sino que están muy defraudados con la clase política y con las decisiones tomadas por estos al margen de su electorado y, con mayor delito como en el caso español, al margen del programa que el partido actualmente en el gobierno presentó y prometió a sus votantes.
Una clase política que, en la gran mayoría de los países europeos, son sospechosos y/o están imputados en casos de corrupción.
Una clase política que ha sido comprada e instrumentalizada por el gran poder para perpetrar acciones que en ningún caso están dirigidas al bienestar de los ciudadanos sino que son sospechosas de favorecer intereses perversos. Acciones soportadas por mentiras y falacias bien argumentadas pero, finalmente, inaceptables para los ciudadanos.
Una clase política que ha desplegado, en primera persona, todo el conjunto de medidas socio-económicas que configuran la realidad tanto nacional como europea, verdaderos artífices de tanto despropósito y que no pueden, ahora, presentarse como una opción crítica a la situación actual.
Una clase política sorprendentemente  incapaz;  incapaz de pensar por sí misma, incapaz de la más mínima reflexión intelectual para presentar medidas de cosecha propia y que se limita a obedecer los mandatos de esos grises y deslegitimizados burócratas europeos del corte de Van Rompuy, Olli Rehn, etc., tan grises y anodinos como bien mandados por los que, en realidad, dictan esas medidas perversas.
Sin embargo, los ciudadanos sí hacen críticas, en mayor o menor medida, tanto a esas medidas como a la mano ejecutora.
Y con los partidos oficialistas sorprendidos en fuera de juego, sin nada que ofrecer a la ciudadanía, surgen nuevas opciones políticas que conectan directamente con el descontento alzando su voz apuntando directamente  a las cuestiones verdaderamente sensibles a los ciudadanos.
La evidente consecuencia de todo esto es el descrédito de los partidos oficialistas y el auge de nuevos movimientos políticos dispuestos a satisfacer las necesidades ciudadanas.
El ridículo nivel de los líderes de estos partidos y su nula capacidad de liderazgo, su ciega obediencia a designios externos, la sistemática defensa de los intereses de las instituciones financieras en detrimento del bienestar –incluso el más mínimo bienestar- ciudadano, su manifiesto antipatriotismo por más que se cuelguen el cartel de salvapatrias, el abuso legislativo que conlleva el vergonzante desarrollo de un conjunto de leyes encaminadas a su propia autoprotección y a la de sus verdaderos y oscuros jefes a costa de las libertades individuales más básicas para un sistema que llaman “Democracia", etc., etc., etc., hacen que la ciudadanía, harta ya de tanto despropósito, comience a darles la espalda.
Uno se pregunta por el verdadero nivel intelectual de estos partidos, que en ningún momento pusieron coto a los desmanes de sus jefes, que nunca se plantearon el advenimiento de esta situación y que, ahora, están muy cerca de una muerte inducida por sus propias acciones, por sus propios méritos.
Curiosamente, estos señores –calificativo excesivo para estos impresentables disfrazados de presentabilidad- tachan de “antisistema” a los ciudadanos que manifiestan en la calle su insatisfacción por la actuación de aquellos que se empeñan en definirse como defensores del pueblo, ignorando al pueblo, e ignorando asimismo que los verdaderos antisistema son ellos, ante los que deberíamos organizar una cruzada para eliminarles de todas y cada una de las instituciones de este país.
Ellos son los verdaderos antisistema.
Ellos son los individuos de los que verdaderamente tenemos que defendernos.
Por otra parte, si se analiza los asuntos que estos partidos debaten en la actual campaña electoral europea, uno no puede más que echarse a llorar por el ínfimo nivel intelectual desplegado: que si tú eres un machista, que si hace dos años tú insultaste a un jugador de fútbol, que si yo soy más intelectual que tú, que si tú dijiste esto, que si tú dijiste lo otro, etc., etc., etc.
Todo ello al más puro estilo “Sálvame DeLuxe”.
Tan patético como injusto para la sufrida ciudadanía española, que no se merece este atajo de tuercebotas.
Sin embargo, de los problemas que realmente sufren y afectan a los ciudadanos, ni una sóla palabra: la generalizada corrupción política y empresarial (porque parece que se olvidan que detrás de la corrupción de un político hay una empresa corruptora detrás que, sorprendentemente, se va sin sufrir un rasguño y dispuesta a untar al siguiente para llevarse “el gran contrato”, el de los centenares de millones de euros a cambio una corruptela valorada en un par de milloncejos, mucho para los mortales, migajas para ellos, y desproporcionada en comparación con el pastel que se llevan: prácticamente, todo el presupuesto nacional); el impresentable e inaceptable nivel de desempleo en nuestro país; el desastroso, perverso e inaceptable diseño de Europa; el favoritismo desplegado hacia los estamentos económico-financieros en claro y flagrante perjuicio de la ciudadanía (los “paganinis”); el oscurantismo desplegado en las ayudas a las entidades financieras; el mayor oscurantismo, si cabe, acerca de los motivos reales por los que España soporta una insoportable –valga la redundancia- Deuda Soberana y que si esto llegara a trascender, entonces sí que veríamos lo es una ciudadanía enfadada; etc., etc., etc.
Pero claro, ¿qué van a decir de todo esto?
El problema -para ellos- es que no pueden decir nada porque tanto el PP como el PSOE han sido los artífices de adoptar todas las medidas que han llevado a esta situación, aunque es de justicia admitir que los primeros se han llevado la palma y son los merecedores de la Medalla de Oro. La Medalla de Oro a la obediencia a eso que ahora se llama “Mercados financieros”, así como Medalla de Oro a la traición a la ciudadanía a la que dicen defender.
Por eso desde esta humilde tribuna proponemos que esta vez se acuda a votar. Es necesario votar ya que es la única fisura al alcance de los ciudadanos en esta canallada llamada pomposamente Democracia (y que, si esto es democracia, yo soy marciano).
Sólo “nos dejan” hacer una jugada cada cuatro años (eso sí, “tutelados” por los medios de des-información).
Del resto ya se encargan ellos...
Por supuesto: ni PP ni PSOE.
“#niPPniPSOE”.
 
 
abap
 

martes, 20 de mayo de 2014

La ausencia de liderazgo y la ultraderecha francesa


 

El Frente Nacional francés, con Marine Le Pen al frente, dio un mitin en París el pasado domingo 18 de Mayo de 2014 con motivo de las elecciones al parlamento europeo en el que soslayó el mensaje antisemita y xenófobo y se centró en reivindicar sus posiciones antieuropeistas, a la vez que repartió duras críticas a la globalización neoliberal, a la Unión Europea, a los grandes partidos, a la política socio-económica que tiraniza el mundo, al proyecto euro, a la política monetaria europea, a la gris burocracia europea plegada al poder financiero, etc., etc.
Y, sorprendentemente –o no tanto-, ensalzó la figura de Vladimir Putin al que retrató como un patriota enfrentándose a oscuros y taimados intereses estadounidenses.
El discurso del Frente Nacional, a diferencia de los partidos oficialistas, afronta y cuestiona los aspectos socio-político-económicos que realmente preocupan a la población francesa. Mientras los partidos oficialistas se empeñan en una cruzada estéril en defensa del inaceptable statu quo, el Frente Nacional, actuando con la independencia de no deberle nada a nadie y libre de cargas ajenas a sus propios intereses, cuestiona y descarna uno a uno todos los males que están ahogando a Europa y a los ciudadanos europeos, ganando la posición a sus adversarios y dejándoles en total evidencia ante la ciudadanía. Tan es así que, a una semana escasa de los comicios, el Frente Nacional encabeza las encuestas de intención de voto, algo impensable en Francia para un partido de ultraderecha a pesar de relativos éxitos no muy lejanos.
Y, mientras tanto… ¿qué hacen, qué dicen sus adversarios, “los grandes partidos” franceses?
Pues, al igual que en España, lo de siempre; nada nuevo, nada ilusionante. Dicen lo de siempre, y prometen lo que hasta ellos mismos saben que no van a cumplir.
Ellos mismos se han convertido en la oscuridad, la nada.
En el preocupante contexto europeo, los partidos oficialistas no hacen criticas importantes; todo está bien…
Es decir: a la gran mayoría ciudadana y a la extrema derecha le preocupa la situación; a los grandes partidos oficialistas, a los partidos amarillos, no sólo no parece preocuparles la situación sino que, a más gloria, la defienden.
La consecuencia de esta situación, tan delirante como inaceptable, es que la extrema derecha les está ganando la partida a los oficialista, por méritos propios y por deméritos ajenos.
Y la facción oficialista, en una ceguera que se antoja crónica, no es capaz de analizar adecuadamente la situación y reaccionar de manera eficiente.
Aunque quizás ya no puede. Quizás la instrumentación de los partidos políticos “de masas” a manos del gran poder, en la consecución de sus perversos intereses y en claro enfrentamiento con los intereses de la ciudadanía, ha desgastado a estos partidos hasta tal punto que ya han perdido, de manera irreversible, la poca credibilidad que les quedaba.
Parece oportuno recordar la corrupción generalizada que se ha incrustado en estos partidos, que a cambio de las “30 monedas de plata” que les concede el gran poder para cerrar los ojos a sus desmanes, venden a sus ciudadanos –a sus propios votantes- en una rebaja moral tan flagrante como impune, y que pone en peligro la ética social más básica.
Quizás los partidos oficialistas al uso ya es una fórmula quemada.
Quizás los partidos oficialistas al uso ya están muertos.
Por méritos propios.
Mientras tanto, la ultraderecha gana terreno.
Y más allá de la obvia inquietud por un potencial éxito de la extrema derecha francesa, se atisban indicios de una situación más preocupante, y se hace muy frustrante ver cómo la historia se repite, una y otra vez, cometiendo los mismos errores.
¡Los mismos, una y otra vez!
Y el problema -el gran problema- es que no hay razón por la que no deban repetirse, tras los errores, las subsiguientes tragedias.
Vayamos por partes.
Los “grandes partidos”
Estos partidos, los que sistemáticamente han acaparado mayoritariamente el voto de los ciudadanos, han perdido sus señas de identidad. Los escándalos y los indicios de connivencia con el poder los han quemado y ya no ilusionan. Su sometimiento -o mejor dicho, su control- por parte del poder (el poder real, el poder financiero, o como se le quiera llamar) se hace patente cada día, y los ciudadanos ya no se fían y no cuentan con ellos para conducir los cambios que la sociedad pide a gritos en estos primeros años del siglo XXI.
La ausencia de liderazgo
Ya no hay líderes en el mundo.
O, al menos, no están donde deberían estar: al servicio de los ciudadanos.
Un dirigente político con personalidad y capacidad de liderazgo, incluso hasta con ideas propias (!!!!!), “no debe” jamás llegar al poder porque quizás (acaso, tal vez) tome decisiones... ¡a favor de los ciudadanos!  Es peligroso para los intereses de “los de siempre”.
Por eso debemos acostumbrarnos al bajo –ínfimo- perfil de los políticos al uso: Rajoy, Hollande, Obama, el afortunadamente defenestrado Mario Monti, los oscuros funcionarios europeos Durao Barroso, Van Rompuy, Olli Rehn, etc., etc., etc., con los que no podemos contar para nada (para nada bueno…) más que para obedecer a los de siempre.
Es decir, debemos olvidarnos de ellos, nunca van a hacer nada por nosotros.
Los intereses de “los mercados financieros”
Esta élite internacional, sicópata, apátrida y deslocalizada, últimamente denominada “mercados financieros” y anteriormente “el capital”, son los que ejercen el mayor control sobre mundo que jamás se haya producido hasta estos momentos, gracias a lo que se ha dado en llamar “la globalización”, la globalización neoliberal, un invento que se te atraganta a poco que pienses.
Controlan los medios de comunicación (y, por consiguiente, los mensajes oficiales que se introducen de manera inevitable en la mente de los ciudadanos), los partidos políticos (los grandes partidos, los partidos de masas), la economía, los mercados, las materias primas, el poder militar, la diplomacia, etc., etc.
Controlan hasta la ética y la moral de la sociedad.
Lo controlan TODO.
La ciudadanía
Los ciudadanos no están satisfechos; parece haber consenso en esta cuestión.
Pero nada les une, nada aglutina ese descontento.
Ha habido intentos espontáneos, pero no han cuajado (movimientos como 15-M, Occupy Wall Street, y otros).
Esta función de aglutinamiento es la que han jugado, hasta el momento, los partidos políticos, pero ya pocos creen en ellos. La insatisfacción ciudadana no tiene un cauce que recoja y dirija su malestar hacia una operativa real de cambio.
Los errores recurrentes
Cuando terminó la primera guerra mundial –por poner un ejemplo relativamente reciente-, el presidente estadounidense Woodrow Wilson mantuvo una prolongada presencia fuera de su país (por primera y única vez en la historia de Estados Unidos), en Europa, tratando de manera infructuosa de convencer a sus aliados franceses y, especialmente a los británicos, para rebajar las durísimas sanciones que querían imponer a los derrotados, fundamentalmente a Alemania.
Wilson pensaba que esas medidas no iban a conducir a nada bueno. Y finalmente, engañado y ninguneado por los británicos, cansado y aburrido de constantes prorrogas y aplazamientos, tuvo que regresar a su país para atender sus obligaciones presidenciales.
Desgraciadamente, acertó.
Las duras sanciones impuestas a Alemania se convirtieron en el caldo de cultivo de lo que veinte años más tarde se tradujo en la segunda guerra mundial.
El paralelismo inquietante
La situación de esa Europa posterior al fin de la primera guerra mundial, y la situación actual, tienen dos denominadores comunes: el descontento ciudadano (el alemán, en el caso pretérito), y la incapacidad de los gobernantes (los británicos vencedores, que no tuvieron una visión acertada de las consecuencias de sus decisiones, y los gobernantes actuales, de incapacidad manifiesta).
Y asoma una nueva y preocupante semejanza.
La ascensión de Adolf Hitler al poder se produjo entre los vítores de los frustrados ciudadanos alemanes, que se veían acomplejados, desesperanzados e incapaces de remontar una situación de sojuzgamiento por parte aliada. Hitler aglutinó ese descontento y transmitió confianza a los sufridos alemanes, los cuales le llevaron en volandas a la conducción de su país.
En estos momentos, los ciudadanos europeos están insatisfechos y desesperanzados, huérfanos de un liderazgo que dirija su descontento.
Sin embargo, el discurso del Frente Nacional que dirige Marine Le Pen apunta con precisión y hace blanco en los orígenes de ese descontento: la irracionalidad de la actual situación socio-económica, la sospechosa operación “Globalización”, y el fracaso de ese rematadamente mal diseñado proyecto que han querido llamar, en un hurto flagrante de logotipo, “Europa”, esa Europa tan mal parida como frustrante.
El control absolutista que “el poder” está ejerciendo sobre el mundo, y la ofuscación y obcecación en imponer una doctrina económica tan cuestionada como –en opinión de muchos expertos- innecesaria, que inflige un enorme sufrimiento y genera un peligroso descontento en la ciudadanía, hace pensar que esta gente está jugando con fuego.
El descontento ciudadano busca un cauce, un liderazgo ilusionante, y las vías “oficialistas” que se les propone (los grandes partidos) son incapaces, ya no sirven.
Pero la oferta oficial termina ahí, no ofrece más opciones.
La cuestión es: ¿Se va a conformar la ciudadanía con esta paupérrima oferta?
La historia dice que no, que la ciudadanía encontrará una salida, por las buenas o por las malas.
Y… ¿entonces?
Es difícil entender cómo es posible que “los de siempre” vuelvan a cometer, una vez más, los mismos errores.
¿Serán Marine Le Pen y el Frente Nacional un cauce válido para el descontento ciudadano?
¿Se convertirá Marine Le Pen en el Hitler del siglo XXI?
En ese caso… ¿qué ocurrirá a continuación?
El próximo domingo son las elecciones al parlamento europeo, y mostrarán una medida de las opciones reales de la ultraderecha en Francia, la gran Francia, herida y acosada por “los mercados”.
En cualquier caso, y ocurra lo que ocurra, lo cierto es que se lo están poniendo en bandeja.
Veremos qué ocurre en España.
Para el que lo quiera ver, el descontento está ahí, no se puede borrar, y está a la espera de un liderazgo ilusionante.
  
abap
 
(En realidad el título que había pensado es: “La ultraderecha francesa, la ausencia de liderazgo, el gran capital, la globalización, el animal que tropieza en la misma piedra, y dios nos coja confesados“, pero me pareció un poco largo…).
 


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